Me despierto un poco nerviosa, hoy me toca hacer el descenso de barranco y, como todo lo que es desconocido, me asusta un poco. Pero a la vez tengo muchas ganas de probarlo.
A las 9:30 me encuentro con Víctor en la oficina y de ahí salimos con todo el material hacia Piedrafita de Jaca; allí recogemos a más gente que harán conmigo el descenso. Además el barranco está cerca.
Ya todos reunidos, aparcamos los coches, nos presentamos y nos preparamos para la aventura.
Caminamos un poco por el bosque del Betato … es un bosque precioso dónde, cuenta la leyenda, habitaban duendes y era frecuentado por las brujas. Tiene muchas historias encantadas que contar este bosque; de hecho, a los habitantes de Piedrafita, les llaman “brujos”.
Llegamos al inicio del barranco del Gorgol y nos ponemos los neoprenos y arneses. Solo somos Carlos, Israel (padre e hijo), Víctor (el guía) y yo. Para Carlos e Israel también es la primera vez, así que eso también me hace sentir más cómoda.

Una foto inicial… ¡¡y arrancamos!!
Empieza divertido; un tobogán, un par de pequeños saltos a pozas de agua no muy profundas… Víctor nos va indicando que hacer en cada momento.
Llegamos al primer salto importante. Son unos 3 metros de altura. Sin pensármelo demasiado, me lanzo al agua… Primer subidón de adrenalina superado.
Seguimos y un poco más adelante, viene el salto importante de la jornada… 7 metros de altura a una poza de agua muy profunda. Aquí es donde empiezo a asustarme un poco… Mi “problema” con las alturas hace acto de presencia. Se lanza Carlos y después voy yo.

Cuando llego al punto de salto, donde está Víctor, suelto el anclaje que me tiene sujeta a la pared y me pongo bastante nerviosa cuando miro abajo. Sé que no me voy a hacer daño, que no va a pasar nada porque es agua… pero está muy alto… Cuánto más me lo piense, será peor. Así que cojo aire un par de veces y me lanzo…
Parece que nunca vaya a llegar al agua, son los 7 metros más largos de mi vida, pero por fin toco agua… Saco la cabeza y siento como la adrenalina corre por mi cuerpo. Ahora mismo, ¡¡me volvería a tirar 20 veces más!!
Continuamos y nos encontramos la última cascada. Esta la bajamos haciendo rapel; un descenso de unos 16 metros… ¡¡esto si que me ha gustado!! La sensación de flotar en el aire e ir sujeta con solo una cuerda, es alucinante.

Un ligero salto más y ya tenemos el barranco completado. ¡¡Qué gran experiencia!! Me ha encantado, me lo he pasado como una enana…
Nos vamos hacia los coches y a buscar un bar para tomar una caña. Víctor me propone irnos esta tarde, mano a mano, a hacer una ferrata (escalada, pero con ayuda), así que me voy al hotel a comer y a descansar un poco. A las 17:00 me espera otra nueva aventura.
Nos encontramos en la oficina y de ahí cogemos un coche y vamos dirección a la ferrata de Santa Elena, a unos 15 minutos de Panticosa.
Llegamos allí y justo dónde aparcamos, hay varias señalizaciones de senderos y demás, pero hay una en especial que me llama la atención… El camino de Santiago pasa por aquí… mi querido camino… ¿casualidad? No lo sé, pero me encantan estos detalles que me da la vida.
Nos colocamos los arneses y Víctor me cuenta algo de historia de la zona mientras caminamos al principio de la ferrata. Son 95 metros de escalada con alguna zona de descanso. Me da las explicaciones oportunas y… ¡¡empezamos!!
Él va delante de mi. No estoy sufriendo nada, me está gustando mucho. Subo tranquila, sin pensar en la altura que estoy cogiendo. Es más, vamos hablando y riendo como si estuviésemos caminando… como si esto lo hiciera todos los días…
Llegamos arriba del todo y tengo la sensación de que ha sido muy corta, pero estoy contentísima con la experiencia. Estoy casi segura de que esto lo repetiré más veces.
Damos una vuelta por la zona hasta una ermita donde hay una cueva donde hay una cueva con agua en la cual se puede practicar espeleología. Y paseando volvemos al coche.
Llegamos a la oficina de Panticosa y allí estaba Chus. Nos sentamos los 3 y nos tomamos un par de rondas de cerveza mientras charramos tan agusto.
Y ya casi a la hora de cenar, me despido de ellos agradeciéndoles lo increíblemente bien que se han portado conmigo y por la oportunidad que me han dado con el premio.
Me voy al hotel y me encuentro con Jaime y Patri. Me invitan a una cervecita y les cuento lo genial que ha ido el día.
Paso otro agradable rato con ellos y ya, por fin, decido irme a descansar. Mañana es mi último día para salir de ruta y quiero aprovecharlo al máximo.
Otro día más me voy feliz a la cama, pero hoy un poco más que los anteriores ( y las cervezas no tienen nada que ver). Ha sido un día completísimo y genial, lleno de nuevas experiencias y buena compañía.
Paz, calma, alegría, disfrute, desconexión del mundo… ¡¡ESTOY VIVIENDO!!
Buenas noches…
No hay comentarios:
Publicar un comentario