jueves, 11 de septiembre de 2014

Como cabra en el monte



Vuelvo a levantarme con el amanecer. Me gusta aprovechar el día desde primera hora.



Desayuno, hago un breve repaso de la ruta con Jaime y subo a mi habitación a preparar mi mochila.

Voy a hacer una ruta por el GR11, la senda transpirenaica. Para que nos entendamos: el GR11 es una senda señalizada que cruza los pirineos desde el mediterráneo (cap de creus) hasta el cantábrico (llegando al golfo de Vizcaya, Irún), unos 400km de distancia. Pues yo haré un trocito mínimo de este GR.

La ruta empieza desde el mismo balneario de Panticosa. Es un lugar muy bonito con un lago y un pequeño bosque, dónde, aparte del balneario, hay un refugio y algún hotel.



Echo la vista al frente y puedo observar que la ruta ya empieza en ascenso… aunque sabiendo de antemano que tengo que hacer un desnivel de 1000 metros, intuyo que me voy a encontrar con muy pocos llanos. No me importa, voy a hacerlo de todas maneras…

En el primer tramo, a pesar de la dureza y de que el terreno sea bastante inestable (me rio yo de la subida a “la faba” ahora!!!), la panorámica que tengo ante mi es espectacular…



Una de las cosas curiosas de la ruta de hoy es que puedo observar perfectamente la cara norte (verde y llena de vegetación) y la cara sur de los pirineos (sin apenas vegetación y montañas formadas de granito).

Sigo subiendo y puedo empezar a ver los primeros saltos de agua… ¡¡enormes!! Fascinante ver como sale el agua de la montaña y cae en forma de cascada de esta manera…




La ruta está siendo preciosa, apenas noto el ascenso; me detengo cada dos por tres a inmortalizar con mi cámara cada imagen que mis ojos pueden captar. Hoy no estoy haciendo fotos… saco postales..





Sigo viendo cascadas cada vez más impresionantes, paso tramos con la ayuda de cadenas ancladas en la pared de la montaña, subo piedras ayudándome de las manos… estoy disfrutando como una niña.








Llego a una amplia zona llana, verde, con cascadas, río y una inmensa montaña al fondo con sus cascadas saliendo de ella. Este lugar me invita a almorzar.





Después de unos minutos de merecido descanso, continuo mi aventura; y tras una breve tregua, de nuevo comienza otra subida y esta vez, parece más seria que la anterior… es la llamada
“cuesta del fraile” (el nombre impone, ¿verdad?)




El calor empieza a apretar y las piernas a notar el esfuerzo, pero el paisaje que tengo a mí alrededor me dan las fuerzas que necesito para seguir subiendo.





¡¡Ya estoy en lo más alto de esta montaña!! Aquí me encuentro con los Ibones Azules… (o eso creía yo, en realidad son los de Bachimaña, luego sabréis que ha pasado…) mi objetivo de hoy.




Cojo mi rinconcito, me descalzo y me relajo… saco mi mapa e intento identificar los picos que tengo enfrente; algunos de ellos tienen incluso algo de nieve.



Estoy a unos 2500 metros de altitud, creo que si me pongo de puntillas, puedo tocar el cielo… ¡¡es alucinante!! Nunca he estado en alta montaña y la sensación es indescriptible… cada vez me gusta más la montaña. Cuánta libertad siento aquí…



Bueno, y todo lo que sube ha de bajar, así que ahora toca el descenso. Tengo que estar muy alerta; y a pesar de que hoy llevo un buen calzado, el terreno es muy pedregoso y los tobillos son frágiles.

Ahora no disfruto tanto del paisaje, tengo mis ojos clavados en ver dónde coloco mis pies para no caerme. La rodilla me falla alguna vez y los tobillos me dan algún aviso, pero nada que no solucione con mi buen equilibrio.

A pesar de tener que estar atenta al terreno y de lo rápido que se baja todo lo que tanto cuesta subir, estoy aquí para disfrutar y sigo parándome a empaparme bien del paisaje que me rodea.



Y cuando quiero darme cuenta, estoy abajo del todo, en el mismo panel informativo que he visto al empezar… ¡¡OLE!! Me tiemblan las piernas del esfuerzo, ¡¡pero quiero más rutas así!!



Hago un descanso antes de volver al hotel y como un platito de pasta (Isabel siempre a mi lado en estos casos).

Cojo el coche y vuelvo a mi nido llenísima de satisfacción por lo que hoy he vivido. Entro por la puerta y me dejo caer en la cama… Hoy la siesta lo primero.

Con 1 hora tengo más que suficiente para recuperarme. Una ducha y bajo a buscar a Jaime y contarle la ruta.

Hablando y enseñándole fotos, resulta que he estado confundida con mi objetivo… La idea era llegar a los ibones azules y yo me he quedado en los ibones de bachimaña, o sea, 300 metros más debajo de lo previsto… ¡¡Por eso no me cuadraban los picos que veía en el mapa!! Bueno, una anécdota graciosa que nos ha hecho reír bastante. Me invita a una cerveza y pasamos un buen rato hablando de las montañas. El es un montañero apasionado y con muchos conocimientos; y yo una “novata” con mucha curiosidad.

Cuando hablas con gente así, te das cuenta de lo mucho que te queda por aprender, pero eso si, te dan ganas de aprender más y más.



Víctor contacta conmigo para ofrecerme hacer un descenso de barranco mañana y yo acepto con mucho gusto. Va a ser mi primera vez y mi premio… ¡¡a lo que realmente venía a este lugar!! Tengo la sensación de que me va a encantar la experiencia, aunque toda esta semana son nuevas experiencias para mi…

Vuelvo a dar las gracias a esas 99 personas que han conseguido que yo pueda pasar unos días en el paraíso. Y a los chicos de “pirineos blancos” (Miguel y Abelardo) y “pirineo aventura” (Víctor y Chus) por la oportunidad brindada.

Otro día más, me voy a la cama feliz y con ganas de que amanezca para seguir viviendo de esta manera…



Buenas noches…

1 comentario: