sábado, 25 de abril de 2015

A orillas del caribe...












Hoy tengo uno de los más agradables despertares que se pueden tener y todo es gracias a la tranquilidad que me rodea. Esta sensación solo es posible amaneciendo en el corazón del parque nacional del Triglav…

Abrimos la puerta de la furgo y dedico unos agradables minutos a permanecer sentada observando mi alrededor y escuchando los pájaros en su primer canto de la mañana… Esto no tiene precio.

Desayunamos bajo un cielo despejado y un sol radiante. Nos equipamos con ropa de montaña.. ¡¡hoy vamos de ruta!! La garganta del rio Tolminska nos espera.

La ruta es de pago, así que pasamos por la caseta para sacar la entrada y allí
encontramos una amable y simpática mujer a la que le llamamos la atención por ser españoles. Al decirle que Sergi es de Barcelona nos cuenta que sus hijos son fanáticos del Barça y nos recibe con los brazos abiertos. Nos explica el recorrido de la ruta y nos dice que nos va a encantar.


Es pronto y caminamos solos por el sendero. Ya el inicio es precioso. Comienza bajándonos a orillas del Tolminska y no perdemos la oportunidad de sentarnos cada uno sobre una roca y disfrutar de tal belleza.


Tanto a Sergi como a mi, nos encanta parar a relajarnos en lugares así. Y eso hacemos… simplemente disfrutamos del sonido y la imagen que la naturaleza nos da. Es tan reconfortante… 


Me encuentro sentada sobre una roca, con mi cámara en la mano e inmortalizando este momento. Varios minutos después, decido cambiar de posición y bajo de la roca... Pero de repente, algo rompe esta tranquilidad y la convierte en un pequeño infierno… Casi a cámara lenta, veo como mi cámara de fotos se desliza sobre la piedra y cae al rio. Con voz asustada, aviso a Sergi de lo ocurrido y me dirijo con prisa hacia el lado derecho, hacia dónde va la corriente del rio, esperando verla pasar y dispuesta a tirarme de cabeza si hace falta.

Pero no la veo pasar. Mi corazón se acelera, no por perder la cámara, sino por perder todas las fotos ya guardadas… todos los momentos vividos hasta ahora. No puedo creer que se me haya escapado de la mano, ¿Cómo me ha podido pasar?

De repente es Sergi el que me avisa de que está viendo mi cámara anclada entre dos piedras dentro del río. Él me sostiene de una mano, mientras yo pesco mi cámara con la otra… ¡¡La tengo!! ¡¡es mía!! Rápidamente sacamos la batería y la tarjeta de memoria e intetamos secarlo todo de la mejor manera posible. La cámara no deja de soltar agua sin parar, creo que ha absorbido una gran parte del Tolminska… Me centro en secar bien la tarjeta de memoria; en este momento solo me preocupa la información que ella contiene. Tantos días despreocupada por las cosas materiales y, en este momento, tan asustada por perder la información que contiene esta pequeña y miserable tarjeta… ¿Qué cosas, no? Pero no es lo material, son los recuerdos lo que me preocupa…

Aún con las pulsaciones aceleradas por el susto, guardo todo a buen recaudo y continuamos la ruta. Hay que seguir disfrutando de ella. Sergi me tranquiliza diciéndome que llevamos su cámara para fotografiar lo de hoy y convencido de que mis recuerdos se van a salvar. Acaba convenciéndome y, de forma muy positiva, repetimos juntos estas palabras durante toda la mañana. Cuando regresemos a la furgo, comprobaré la tarjeta introduciéndola en el móvil. Ahora solo hay que disfrutar del momento… 



El sendero, aparte de bien señalizado, está en perfectas condiciones. En este país viven de la naturaleza y el hecho de pagar unos 2€ en algunas rutas, no supone nada ya que realmente lo utilizan para tenerlo todo bien acondicionado y con un buen mantenimiento.

Sigo disfrutando de la ruta. Como todas, se está muy tranquilo caminando por este lugar. Las vistas y el sonido del rio son de gran compañía y me gusta pararme en ciertos lugares a disfrutar de esto. Son momentos que necesito grabar en mi mente para en el futuro perderme en ellos.





Cruzando uno de los puentes, podemos ver arriba el puente por el que ayer pasamos; el mismo que nos llevó por la carretera del infierno hacia Cadrg. Lo llaman el puente del diablo, solo digo eso… 60 metros de altura pasando por unos inestables tablones de madera. ¡Adrenalina pura!



Poco más adelante, llegamos al punto de mayor interés de la ruta, un puente natural formado por una piedra a la que llaman “cabeza de oso”. Se trata de una gran roca anclada en las paredes del cañón. Un mirador situado enfrente de este lugar, hace que disfrutemos de un agradable e interesante rato comentando este fenómeno. Un lugar único, la verdad.


Continuamos en subida, por el claro sendero, que nos lleva a la misma carretera del infierno de ayer. Una pequeña visita a una cueva en la cual no hay mucho que ver por la oscuridad y regresamos a la furgo pasando por el puente del diablo. Paramos a contemplar el mundo desde esa altura y a sentir esas pequeñas sensaciones de vértigo que nos dan dicho puente de 60 metros de altura.


  Antes de llegar a la furgo, pasamos a decirle a la mujer que nos vendió las entradas, lo bonita que ha sido la ruta. Ella nos pregunta que donde íbamos a ir ahora; le decimos el lugar y nos recomienda una carretera que nos llevará a Kobarid (lugar donde queremos ir) y que nos va a encantar por todo lo que podremos ir viendo en ella. Muy agradecidos por la recomendación, emprendemos camino a ella.

Antes de nada, tengo que comprobar mi ya olvidada tarjeta de memoria. Un gran suspiro de alivio al introducirla en el móvil y ver que siguen ahí todos mis recuerdos. Ahora si… que continúe el viaje tranquilamente que ya tengo lo que necesitaba. La cámara la comprobaré cuando se haya secado del todo, porque la pobre, no deja de soltar agua…

                                                     

La recomendación se trata de una carretera de montaña que va cogiendo altura y nos deja vistas espectaculares de la zona. Paramos en un mirador del cual me quedo boquiabierta por la belleza del valle que tengo ante mi. Esto es lo que me gusta ver… esto es lo que me llena… El valle de Kolovrat no deja nada escondido. Frondosidad en sus montañas, al lado contrario los alpes nevados y verde… mucho verde… ¡¡me encanta ver verde!! Que lugar tan maravilloso… 


Continuamos por esta alucinante carretera. Pocos kilómetros después, el mirador de Kolovrat nos invita a parar de nuevo. Continuamos viendo el valle, pero esta vez el protagonismo se lo llevan las cimas de los alpes.

Justo al lado contrario de la carretera podemos encontrar una zona con mucha historia…


Nos encontramos en la frontera con Italia. La línea de defensa italiana nos deja un divertido e interesante recorrido por sus trincheras. La primera guerra mundial nos invita a vivir cierta parte de su sobrecogedora historia. Es una sensación extraña estar aquí, ya que soy consciente de las barbaridades que sufrieron muchísimas personas, pero a la vez es divertido sentirse niña jugando a la guerra contra tu enemigo.










Este lugar, también nos deja una subida que nos llevará a ver el profundo mar adriático. Vistas de 360º en un sendero bautizado como el de “la paz”, en honor a las víctimas de esta guerra, deja innumerables sensaciones. Mar adriático, alpes julianos, valles y trincheras… ¿Quién da más? 






Una mañana increíble que aun no ha terminado. Seguimos por esta carretera hasta que llegamos a Kobarid y aquí aparcamos en el parking para realizar una ruta caminando.


El puente de napoleón es el primero en recibirnos. El impresionante rio Soça es quien nos recibe hoy con los brazos abiertos. Rio de 140 kilómetros de longitud, cruzando Eslovenia desde los Alpes hasta el mar adriático. Pero no es su longitud lo que llama la atención, sino el color de su agua… Un fondo de piedra blanca y arena fina, da la sensación de estar en las cristalinas aguas caribeñas. Es para enamorarse de él… 




Un paseo relajado por este sendero, una temperatura muy agradable y un día despejado. Podemos ver gente disfrutando del rio en kayak y uno de ellos me dedica una postura para inmortalizar este momento.



Otra línea de defensa italiana nos recibe por esta zona y no perdemos la oportunidad de pasar por ella.

Dejamos el Soça un poquito de lado para adentrarnos más de lleno en el corazón del Triglav; la cascada de Kozjak nos está esperando.
Empieza a bajar un poco la temperatura por la humedad del lugar, pero el sendero es cada vez más bonito, me encanta caminar por este lugar y no dejar de mirar en cada rincón que me encuentro.








 Las paredes de la montaña se van estrechando y la profundidad del lugar nos lleva de lleno a esta cascada con la sensación de estar entrando en el paraíso.








Ver esta cascada me deja sin palabras… es asombrosa… el acceso a ella es a través de una pasarela de madera, pero nosotros nos las arreglamos para bajar de dicha pasarela y sentarnos a los pies de la cascada a disfrutar de uno de nuestros momentos de silencio contemplando tal belleza. Vuelvo a tener esa sensación de no querer irme nunca de este lugar, solo quiero estar aquí, en silencio y con los ojos abiertos. Qué lugar tan mágico… 







Es hora de despertar y empezar a volver sobre nuestros pasos. El hambre aprieta y paramos a orillas del rio Kozjak a llenar el estómago. 








Ya con algo más de energía, volvemos a encontrarnos con el río Soça y lo cruzamos a través de un estrecho y tambaleante puente a 52 metros de altura. ¡¡Que precioso es el Soça!! 





Dejándolo atrás, vamos en busca del castillo que, como la mayoría de ellos, nos lleva a él una fuerte subida. Un cartel nos avisa de que nos esperan unos 20 minutos de escaleras. Psicológicamente matador, aunque no imposible.






Ya arriba nos esperan restos arqueológicos y una tranquilizadora vista al valle que no dudo en tumbarme y disfrutar de ella.






Bajamos adentrándonos en un bosque bastante oscuro e intranquilo, aunque a la vez muy relajante. Una sensación muy extraña nos corroe a los dos. Hay mucho silencio, estamos solos, vemos alguna cabra observándonos; pero da la sensación de un lugar abandonado y eso nos provoca cierta intranquilidad.






Sin ningún tipo de percance, llegamos al pueblo con la sensación de habernos dejado algo por ver en el camino. Creemos que no hemos acabado la ruta por donde marcaba el mapa, pero bueno… conseguimos llegar a la furgo que es lo importante. Y más aún, que hemos disfrutado.

Carretera y manta, nunca mejor dicho, decidimos parar en Bovec; localidad bastante transitada y acondicionada. Hoy dormimos junto a un colegio, en una zona de aparcamiento. Vuelve a hacer frío… 10º sobre las 21:00 de la noche.

Tranquila, relajada y con un sinfín de sensaciones positivas me llevan a un profundo estado somnoliento. Poco más que añadir por hoy…



Lahko noc…

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