Sobre las 9:00 y a 5º de temperatura, abrimos los ojos y empezamos un nuevo día. Hace frío, pero el sol acompaña.
Mientras recogemos y nos preparamos, aparece una mujer muy decidida a convencernos de que formásemos parte de su secta, como testigos de Jehová. No le entendimos, pero su cara y el libro que llevaba en la mano fueron más que suficientes para decirle que éramos españoles y que no entendíamos nada.
Llegamos y, afortunadamente y a pesar de sus innumerables zonas azules, conseguimos aparcar de forma gratuita. Cogemos lo justo y necesario y nos vamos a buscar el centro de la ciudad.
Salimos del Tivoli y empezamos a ver zonas comerciales. El centro de la ciudad está a tiro de piedra.
Se respira mucha paz por estas calles, no hay apenas ruido ni bullicio a pesar de la cantidad de gente. Un hombre tocando alguna canción típica del país hace de este momento aun más especial y el rio Ljubljanica, es el que remata el agradable encanto con el que nos ha recibido la capital de este país.
Un paseo por su patio interior y bajamos a seguir descubriendo maravillas de esta ciudad.
El increíble mercado central, al cual tenía mucha ilusión por visitar, me deja algo despagada por el hecho de que no están los puestos abiertos; intuimos que al ser domingo de pascua, esta ha sido la causa.
Volvemos a encontrarnos en la mágica plaza de Preseren camino al puente de los zapateros, que para sorpresa nuestra, no están los zapatos colgados de los cables de la luz tal y como nos habíamos informado antes de venir. Aunque el nombre del puente es debido a que antiguamente esta era la calle donde trabajaban los zapateros. El caso es que allí no había rastro de zapato ni zapatilla…
Tanto paseo nos abre el hambre y acabamos comiendo en una pizzería donde comemos casi como en casa.
Hoy en día, y como opinión personal, los habitantes la han convertido en una zona de libertad de expresión. El arte libre es la base de este lugar tan alternativo. Se han llegado a aprovechar restos que quedaron de la guerra para transformarlos en esculturas callejeras. Incluyendo sus celdas, de las cuales han hecho las habitaciones de un pequeño hotel.
He sentido una sensación de libertad inmensa. No dejaba de pensar en cómo se sentiría la gente que ha construido todo esto. La libertad de expresión es el mensaje que yo leo aquí… Para mí algo verdaderamente envidiable y admirable a la vez. No puedo describirlo bien con palabras, solo sé que me siento como en casa…
Me imaginaba a mi misma escribiendo sentada en cualquier rincón de este lugar.
Un tranquilo paseo hasta la plaza del congreso para terminar de ver el centro. En esta inmensa plaza, aparte de la filarmónica eslovena, una iglesia barroca y un edificio de estilo neoclásico, encontramos la universidad de Ljubljana. Realmente bonita por fuera. Por un momento me entran ganas de estudiar, pero ¿sabéis que? Que prefiero viajar…
Un descanso en el precioso paseo del Ljubljanica y vamos en busca de la furgo para empezar a buscar un sitio donde dormir. La intención era bajar hacia el sur de Eslovenia y pernoctar en un camping.
Llegamos a Predjama, dónde está situado un hermoso castillo anclado en la ladera de una montaña y sobre un río, una estampa verdaderamente medieval.
Bajo de la furgo, directa al puesto de información a preguntar por algún camping en la zona.
Un chico muy amable, me explica cómo llegar al único camping de la zona. Ya que estamos aquí, aprovechamos para visitar el increíble castillo y sus alrededores.
Cogemos parcela, preparamos la ropa que hay que lavar y me voy a disfrutar de mi más que merecida ducha de agua casi hirviendo.
Puede parecer alucinante, pero cuando viajas de este modo, una simple ducha es el mayor lujo del que puedes disfrutar. Y eso hago… Me lo tomo con mucha calma, recupero mi cuerpo del frio y me enjabono repetidas veces. Me tomo la libertad de dejar escapar algún grito al notar el agua tan caliente en mi cuerpo. Es la ducha que más he disfrutado en mi vida, creo yo.
Cenamos una sopa calentita acompañada de una botella de vino. Acaba de anochecer y estamos a 5º. Hoy la noche va a ser muy fría, pero mi cuerpo está limpio, mi ropa también y he disfrutado de cada rincón de la capital eslovena. ¿Qué más puedo pedir? No necesito nada más.
Sigo viviendo a mi manera…
Lahko noc…
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