jueves, 11 de mayo de 2017

Etapa 1: ¿mar o montaña? Mejor las dos cosas.

    Aun no son ni las 6 de la mañana y ya oigo movimiento por el albergue. Por suerte he pasado buena noche, apenas me he despertado en alguna ocasión y por la incomodidad de no ser mi cama. A las 6 en punto, el hospitalero pone una música digna de cualquier templo (una mezcla entre tétrico y relajante) y comenzamos a levantarnos. No tardo demasiado en ir al baño a asearme,  pues apenas hay 2 baños para todo el albergue y ya me conozco las colas de buena mañana.
    Antes de vestirme, me voy a la sala común a tomarme un té y seguidamente recojo bártulos y a las 06:45 me pongo en marcha. ¡Abuelo, aquí empieza lo bueno!



La temperatura es ideal a estas horas, pinta que va a hacer calor.
Apenas salgo de Irún y me adentro en Hondarribia, que ya empieza a sorprenderme  con un paisaje digno de admirar. No consigo ver el amanecer porque las nubes no me lo permiten, pero lo gozo de la misma manera.



Me fascina lo verde que es todo y apenas acabo de empezar a caminar... ¡esto promete! Aún no me he cruzado con ningún peregrino, pero esto también me ayuda a calmar mi mente que, habituada a la rutina, va pensando en mil cosas a la vez y no consigo bajar revoluciones hasta que algo me llama fuertemente la atención. Es un pequeño jardín lleno de calas blancas, la misma flor que he traído en representación al abuelo. Señales, señales... aaay camino, que tendrás para ser tan mágico??



Ya con la mente abierta y la piel dispuesta, el camino se adentra en el interior del monte Jaizkibel (y no... no habían cervezas gratis por si alguien se lo pregunta).
La primera sensación  es un tanto tenebrosa... los árboles son altos y frondosos, apenas se escucha el sonido de los pájaros y el baile de las ramas. Un exceso de paz y oscuridad protagonizan este tramo. Aunque estoy muy tranquila, el abuelo me protege en cada paso y esta sensación solo me hace entrar en una profunda paz y disfrutar de mi alrededor. 



Ya con algo más de luz, el camino me regala la inmejorable panorámica de la bahía de Txingudi... momento que disfruto en soledad ya que sigo sin cruzarme con ningún peregrino.





A partir de aquí el camino empieza a complicarse. No sólo por la fuerte subida al santuario de Guadalupe...



Sino porqué mi espalda empieza a quejarse de la mochila, el camino es muy pedregoso y  con muchos desniveles y, además,  Lorenzo empieza a apretar; detalle que va en mi contra. Intento evadir mi mente de estos problemas,  el truco está ahí.





Otra breve panorámica del cantábrico, solo consigue engañar a mi cerebro durante escasos metros, pues se avecina una durisima y larga  bajada que casi va a conseguir acabar con mi paciencia. Ya sólo pienso en encontrar un bar... tengo hambre.



Por fin, después de 16kms, veo algo de civilización humana. Entro en Pasaia (Pasajes) y después de una breve pausa en su preciosa entrada, me voy de cabeza a por mi merecido almuerzo. Apenas llevo caminado la mitad del recorrido que pretendo hacer hoy, tengo que coger fuerzas.



Aprovecho para descalzarme y descubro mi primera ampolla (bienvenida seas a este camino).

Sin relajarme demasiado, reanudo la marcha. Toca cruzar a la otra parte del pueblo y solo hay una opción: hacerlo en un pequeño pesquero por apenas 0'70€. Viaje breve pero divertido.

Ya al otro lado, continuo por mi derecha por todo el paseo hasta que unas desagradables escaleras me miran amenazantes... ¡pero ellas tampoco van a poder conmigo! Voy con la fuerza de dos guerreros...




Además, las vistas son insuperables; casi tanto como el dolor de hombros que llevo, pero prefiero no hablar de esto. 

Pocos kilómetros más adelante, me veo con una bifurcación donde cualquier peregrino continuaría por las flechas amarillas (hacia la izquierda) pero a mi me genera una breve duda, ya que conozco la belleza que puedo encontrarme al irme por la derecha. Y es entonces donde decido salirme del camino y continuar por las marcas del GR-121. 
Tranquilos, se dónde me meto... solo voy a disfrutar de una maravillosa vista del cantábrico y sus acantilados, acompañada de un agradable sendero por montaña... ¿que más puedo pedir? La opción de continuar las marcas del camino de santiago solo me adentrarian en el corazón del Monte Ulía lleno de desniveles y sin ningún paisaje relevante más que el de árboles y más árboles (cosa que ya he vivido los 15 primeros kilómetros ,me toca disfrutar del mar). Más adelante, ambos caminos se juntarán y podré continuar cómo si nada.
Pero yo no podía perderme estas vistas,tenía que enseñarle esto al abuelo...



 Vuelvo a ser consciente de mi ser y empiezo a odiar mi dolor de hombros, a mi ampolla y a la cantidad de kilómetros que llevo caminados. Pero una señal me dice que apenas me quedan 2kms para llegar a Donosti, donde acabaré la etapa de hoy. Esto me da fuerzas y hasta acelero el paso.
Ya se ve de lejos...


Por fin piso las calles de esta ciudad y me voy directa a la primera playa que veo para disfrutar mi victoria del día.


Pero, ingenua de mi, aquí no acababa todo. Me dirijo a buscar el albergue y resulta que sólo abren en verano. Consulto la guía y el siguiente albergue más cercano está a la otra parte de Donosti,a unos 45minutos. No me arriesgo a que también esté cerrado y me dirijo a la oficina de turismo a que me ayuden (ya que no he encontrado un solo peregrino en el camino). Allí me informan del único albergue disponible que es ese que se encuentra al otro lado de la ciudad. No tengo más remedio que seguir caminando, aunque me sirve para ir haciendo algo de turismo a la vez.

Es en la playa de Ondarreta, ya apunto de llegar al albergue y al lado de la conocida playa de la concha, donde veo al primer peregrino del día y, obviamente, me voy a hablar con él y caminamos juntos hasta el albergue.
Ahora si... 27kilometros encima, un par de ampollas,unos hombros destrozados y piernas cansadas de esta etapa "rompepiernas", ya puedo decir eso de ...¡¡etapa superada!!

Una merecida ducha, ir a comprar algo de provisiones y un agradable paseo por la orilla de la playa a modo de terapia natural para mis pies, es lo que me espera el resto de la tarde.



Por mi parte, solo me queda dar las buenas noches desde mi humilde morada de hoy.

Buen camino y... Agur!  

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