jueves, 18 de mayo de 2017

Etapa 7: Soñar...

  Lo bueno de dormir en una habitación dónde solo estamos tres personas es que te evitas los madrugones. Hoy ha sido Marghe la primera en despertar, pero ya era cosa de las 7:30; buena hora para ponerse en marcha.
   Me despierto muy descansada, con energía y con muchas ganas de caminar. Me asomo a la ventana de la habitación y veo que está lloviendo y no de forma ligera, hoy toca ponerse ropa de lluvia.
    Para la etapa de hoy tengo dos opciones: una por montaña, con dos desniveles importantes y otra por carretera y asfalto sin desnivel alguno. Para días tan lluviosos y por lo que mi experiencia marca, la mejor opción es escoger el asfalto. La etapa será fea y con poco interés, pero avanzaré con el único inconveniente de la lluvia.
    
     Reneé y Marghe han decidido hacer algo de turismo por Bilbao y seguidamente coger un tren a Castro Urdiales, así que me despido de ellas ya que mi idea es otra. Como en la vida misma, cada uno escoge su camino...
     Desayuno con la compañía de Mauri, uno de los argentinos vividores con los que estuve anoche hablando de la vida, lo mala que es la rutina y lo maravilloso que es viajar. Quedamos en contacto para que pueda aconsejarle cosas para hacer el camino, tiene gran interés por probarlo.
     Ya con las pilas cargadas, me enfundo en chubasqueros, cubro bien mi mochila y me dispongo a caminar hacia mi nuevo destino: Portugalete.
Abuelo, tápate bien que hace frío y la lluvia tiene ánimos de acompañarnos durante toda la jornada. ¡Allá vamos!



Mis primeros pasos transcurren por pleno centro de Bilbao, dónde la gente camina con normalidad bajo la lluvia camino de sus rutinarias vidas. Prisas, tráfico, niños camino del colegio, coches, ruido... Hacía muchos días que no tenía esta sensación, aunque me siento diferente entre todos ellos. 


Mi trayecto de hoy va a ser sencillo y va a ir acompañado en todo momento por la Ría de Bilbao; no va a haber pérdida. 



La salida de la ciudad, gracias a la ría, tiene su encanto y me entretiene bastante. Además, caminar bajo la lluvia es algo que me encanta y si a eso le sumas mi recarga de energía gracias al descanso de ayer... No veo malo por ningún lugar.

Los puentes de la ría son realmente llamativos, las pinturas en las paredes y el impresionante museo Guggenheim. Lástima de la lluvia de ayer por la tarde que me impidió visitarlo, en otra ocasión será. 



Hago alguna parada para resguardarme un rato de la lluvia que no cesa. Mis últimas vistas de la ciudad me dejan la imagen del estadio de San Mamés y una pared que me identifico con ella. Soñar... soñar para hacerlo realidad; para eso están los sueños, ¿no? Y si por alguna causa no pueden hacerse realidad, que soñar sirva para ser feliz. Con eso me basta. Pienso que nada tiene un límite, que todo está en nuestras manos y que podemos volar todo lo alto que queramos. Nadie somos nadie para impedir que los demás sueñen, nadie puede impedir que soñemos, volemos o seamos nubes surcando el cielo. Sólo nosotros marcamos nuestros límites... la única barrera está en nuestra mente. Ayer un chico me decía que lo malo no es tener miedo, sino pánico; el miedo solo asusta, el pánico nos bloquea. Y es cierto...ese pánico es la barrera que nosotros mismos nos ponemos. Todo está en nuestra mente...nosotros somos el enemigo y esa es una batalla contínua por la que tenemos que luchar cómo buenos guerreros. Sólo venciendo nuestros pánicos, estaremos en paz con el mundo. 





    Sigo caminado bajo la lluvia, que sensación más agradable ¿verdad abuelo? El paisaje es terrible, llevamos kilómetros atravesando una zona industrial y parece no tener fin; pero llueve y es magnífico.

Ya caminados alrededor de 15 kilómetros, salimos de la zona industrial y entramos en la población de Getxo que, atravesándola por completo, nos vuelve a sacar a la ría de Bilbao a los pies del puente colgante de Portugalete. Ya casi estamos en la meta de hoy.


Curioso este monumento que forma parte del patrimonio de la humanidad. Construido a finales del siglo XIX con la finalidad de unir la localidad de Getxo y Portugalete (cada una a una parte de la ría de Bilbao). Fue el primer puente colgante construido en el mundo.
Pero no es eso lo que más me llama la atención de él,  sino su transbordador aéreo que va contínuamente de parte a parte de la ría transportando personas y vehículos por un precio escaso (0'40€ por persona). ¿Y porqué no lo hacían en barco? Pues por la sencilla razón  de no interrumpir el tráfico marítimo.
No puedo evitar la tentación y cruzo la ría encima de dicho transbordador, aunque tengo la opción de hacerlo en un barquito muy majo por 0'05€ menos... ¡Tot per l'aire! cómo decimos en mi tierra. ¡Yo me subo en el barco volador!



Curiosa forma de viajar. Bajo de este medio de transporte y me llevo gran alegría al encontrarme con Kiara por casualidad, la chica Italiana con la que coincidí hace unos días y que nos habíamos perdido de vista hace un par de etapas. Abrazos y alegría al vernos, caminamos juntas un tramo hasta que yo me desvío al albergue y ella decide continuar algunos kilómetros más. Seguro que antes o después volvemos a cruzarnos.

Con toda esta distracción no me he dado cuenta que he completado la etapa de hoy. Miro mi cuenta kilómetros y han sido 17 kilómetros bajo la lluvia que me han sabido a poco. No sé si es que el descanso de ayer me ha regenerado al máximo,  que la etapa ha sido muy llana o que mis pies apenas me molestan ya. Solo he tenido algo de molestia en mi hombro izquierdo, pero insisto en que me ha sabido a poco. Si no fuese por la lluvia, habría continuado algunos kilómetros más; pero no hay que abusar y hay que saber retirarse a tiempo.

El albergue está muy bien, una habitación comunitaria y una sala de estar acogedora.



Me ducho, pongo mi ropa empapada a secar y voy a por algo de comida antes de darme una pequeña siesta.

Ha salido el sol en Portugalete y yo quiero aprovecharlo. La temperatura ha bajado bastante, pero ¡ay, querido Lorenzo! te he echado de menos. Me estoy dando cuenta estos días de la falta que me hace su energía. 
Salgo a dar una vuelta por la ciudad y me encuentro con un agradable paseo junto a la ría con muchos monumentos interesantes para disfrutar de la tarde.





Aprovecho la vuelta al albergue para comprar algo de cena y desayuno para mañana.
Una vez allí, como cada tarde, me dedico a mirar la etapa del día siguiente. Hoy en compañía de otras dos chicas y un té.
Poco más me queda en la jornada de hoy.
Mañana dicen que saldrá el sol y no nos abandonará en varios días.
Mientras tanto, el abuelo y yo, seguimos soñando paso a paso...

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