viernes, 12 de mayo de 2017

Etapa 2: más dura de lo previsto.

    Son las 7:00, hoy he dormido una horita más que ayer. El cuerpo lo pedía y tenía q hacerle caso.
   Me despierto con agujetas en varias partes de mi cuerpo, pero me ocupo más de proteger esas ampollas del día anterior. Las agujetas son parte del proceso de adaptación y tengo que pasarlas. Desayuno y observo que soy la última en salir del albergue,cosa que me preocupa más bien poco.
   Mochila a la espalda y arranco a ver que me espera el día.


Ya es muy de día y el calor aprieta de buena mañana. La etapa comienza con una fuerte,  larga y bonita subida por el monte Igueldo. Buen comienzo para calentar músculos y despertar.

Ya en lo alto de dicho monte se puede observar buena parte de Donosti, imagen que me invita a pararme y contemplarla, además de que me viene bien para coger aire. Por cierto, es alucinante lo bien que se respira por aquí, el aire es puro y entra con facilidad en los pulmones.
Continúo el camino por la calzada con buenas vistas del mar.



Poco a poco voy dejando el mar a lo lejos y me adentro de lleno en el bosque, camino muy tranquilo pero con fuertes subidas y bajadas que empiezan a recordarme mi dolor de pies.
Por estos lugares me cruzo con el primer peregrino del día, un hombre estadounidense pero que habla muy bien el español. Él lleva un ritmo más elevado que yo, también favorecido por el uso de bastones que yo no llevo, y vuelvo a seguir mi camino en solitario.



Ya después de varios kilómetros recorridos, se me empieza a hacer muy complicado el caminar. Las ampollas me están dificultando mucho el andar con facilidad y la irregularidad del terreno no me está ayudando en nada. Hoy la mochila es lo que menos me molesta, de hecho casi ni me acuerdo que la llevo encima. Estoy deseando llegar al próximo pueblo, Orio, para poder sentarme a almorzar y darle tregua a mis pies; pero aun queda un rato para ello...



Apenas son 3 kilómetros, pero me saben a 10 con este dolor. Aunque ello no me impide seguir disfrutando de todo lo que me rodea. Verde,verde y más verde. Calas blancas por varios lugares... el abuelo sigue dándome señales de que está a mi lado.


No pierdo el buen humor y grabo algunos vídeos para entretenerme en estos largos y sufridos 3 kilómetros. 
A la que quiero darme cuenta, ya estoy dentro de Orio y me voy de cabeza en busca de un bar dónde poder descansar.


Una vez con las pilas cargadas lo más difícil es arrancar de nuevo,pero en cuestión de minutos alcanzo el ritmo que llevaba.
Cruzo la ría por el puente dirección Zarautz, donde finalizaré la etapa de hoy.


Me esperan 6 kilómetros de asfalto con una fuerte subida seguida de su correspondiente bajada. El calor aprieta cada vez más y ni siquiera quiero parar a beber agua porque esa parada me supone romper el ritmo y volver a retomarlo es un infierno para mis pies. Estoy pasándolo algo mal este último tramo, pero las ganas de llegar pueden con todo y me da por ponerme guerrera. 
Ya diviso Zarautz!! Ya casi lo tenemos, abuelo!!


Unos cientos de pasos cuesta abajo y...
¡¡etapa superada!! 



Jodida,  pero contenta por haber llegado.
Aunque aún tengo que localizar el albergue. Solo tengo 2 opciones y escojo en primer lugar la equivocada... este albergue no abre hasta las 16:30 y son las 13:30. El otro está a tan sólo 10 minutos caminando, tiempo que me parece ridículo para todo lo que he pasado hoy.
Llego y también está cerrado, pero este abre a las 14:00. Cojo una silla y me siento en la puerta a esperar. Esta silla de plástico es igual de cómoda que el trono de cualquier rey.
Minutos después aparece el estadounidense de esta mañana  (no digo su nombre por el simple hecho de que no lo recuerdo).

Enseguida nos abren el albergue y nos asignan cama. Tardo bien poco en quitarme las botas y, con miedo, miro a mis ampollas. Me sorprende que no hayan empeorado a la vista, para todo lo que he sufrido. Me voy a la ducha, bajo a comer y subo a tomarme un té en la terraza del albergue. Es mi momento... me lo he ganado. El ambiente me tienta a darme una cabezada y no voy a privarme de ello.



Me despierto, decido ir a curarme los pies y observo que quizás la mejor opción es cortarlos. Las ampollas han empeorado y además voy a perder una de mis uñas. Bajo a la farmacia y paso mis pies por el quirófano de la doctora Pimentel. 

Por muchas ganas que tenga de visitar el pueblo, la mejor opción es quedarme quieta. Me salgo a la terraza y decido no hacer nada más el resto de día.

No tengo buenas espectativas para mañana, tengo que ser realista y quizás me toque descansar un día y seguir al siguiente. Tampoco quiero anticiparme pero quiero hacerme a la idea por si esto ocurre. No tengo ninguna prisa, pero si ganas de disfrutar... 
No sé... mañana cuando me despierte decidiré que hacer.
Por ahora no quiero pensar más... pero que quede claro que la sonrisa no la pierdo. ¡¡Estoy aquí para ser feliz!!


4 comentarios:

  1. Peregrina!! Cuídate esas ampollas como solo tú sabes! Y venga, un día más cumplido tu sueño!!!

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    1. Experiencia ya tengo,eso es cierto. Falta q el cuerpo responda bien :p un besazo! M acuerdo mucho d ti estos dias

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  2. Cariño!!!... Estoy súper orgullosa de ti. Eres un Ole! como ser humano. Si alguien puede lograr todo lo que se propone, esa es mi chica. Luviu ��

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  3. Descansar? Ad Augusta per Angusta Bambina.

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