lunes, 22 de mayo de 2017

Etapa 10: En lo alto de una colina

    Anoche no tardé ni 5 minutos en dormirme desde que me tumbé. Hoy despierto algo cansada pero con ganas de caminar. Nos dan de desayunar en el convento una miserable coca de azúcar con café, que para lo que nos cobraron ya podrían habérselo trabajado un poco más.  Pero como buena peregrina, agradezco y no exijo.
    Me salgo a la calle a esperar a Fabián y a Paula que tardan un ratito en bajar; hoy me apetece caminar con ellos.
    ¡venga, abuelo! Que por lo que he visto, hoy la etapa será bonita. Larga, pero bonita.

    Los primeros pasos son de lo más agradable, nos llevan a pie de playa y es un auténtico placer caminar por la arena de buena mañana. Son algo más de 4 kilómetros de playa que nos llevarán directos a coger un barco que nos dejará a los pies de Santoña. Me resulta curioso esto de ir cogiendo barcos en medio de las etapas, le da encanto al día.
 


Santoña, población distinguida por su industria de la anchoa. Anchoas que no probé esta vez, pero que no descarto volver en un futuro para hacerlo.




  
Atravesamos la población sin ninguna complicación y el camino nos lleva en paralelo al conocido centro penitenciario de "El Dueso". Complejo culturalmente bonito a la vista; incluso me atrevería a bromear con ello diciendo que las vistas desde allí dentro tienen que ser brutales ya que dan directamente al mar. 



Toda esa avenida en recto nos lleva al tramo más complicado de la etapa de hoy: la subida a "el brusco". Una subida de 80 metros en una distancia muy corta pero que nos deja unas vistas de cuento: la playa de Berria, centro penitenciario y Laredo y Santoña al fondo. A vista de pájaro...


Pero todo lo que sube baja y con ello, otra nueva panorámica; esta vez de la playa de Trengandín y la población de Noja al fondo.


Hay que atravesar toda la playa hasta adentrarse en plena Noja. Sin darme cuenta y habiéndome sumergido en una burbuja caminando sobre la arena a orillas de esta playa, he perdido de vista a Fabián y a Paula. Tampoco me preocupa, se que me encontraré con ellos antes o después. Ahora me apetece caminar sola, pensar en mis cosas, respirar la brisa marina y gozar este momento. 


Ya casi entrando en Noja decido hacer la parada de rigor para almorzar y así reanudar la marcha con energía. El sol ya empieza a calentar con fuerza y aún nos quedan muchos kilómetros. En este punto estaremos en la mitad de la etapa, llevamos cerca de 15 kilómetros. Abuelo almuerza bien que hoy la cosa está que aprieta.

De Noja no hay nada que me llame la atención, quizá su iglesia (por destacar algún monumento ) y su masiva afluencia de gente y comercios. Además de localidad costera, hoy es domingo y hace un espléndido día de verano. Salgamos de aquí rápidamente, por favor ¡que agobio! 



Es desde este punto donde retomamos asfalto, algo que tengo que recalcar del camino del norte en la zona cántabra. Demasiado asfalto para los pies peregrinos. No todo iba a ser bonito...

Kilómetros entre pequeñas localidades asfaltadas bajo un sol de justicia que no lleva idea de abandonarnos ni dar una mínima tregua. Hoy al menos, por ahora, llevo agua de sobra.


De repente diviso a dos peregrinos delante mía que, casualmente,  son Fabián y Paula. Me vendrá bien un rato de agradable compañía. Caminamos varios kilómetros juntos hasta que yo decido hacer una parada para comer, estoy desmayada y mi hombro está destrozado después de tantas horas de mochila. Ellos prefieren continuar. 

Busco sombra, suelto mochila, me descalzo, algo de fruta y mucha agua. Ahora si, ¡que me echen más kilómetros!

El camino continúa por caminos asfaltados, no hay ni una sombra y el sol cada vez es más intenso . Son cosa de las 4 de la tarde y esto es peor que en mi tierra. Ya sólo pienso en llegar. Calor, kilómetros eternos, hombro destrozado, la mochila cada vez pesa más, apenas me queda agua, más calor...

A pesar de todo esto, mi paso es ligero y firme. Las ganas de llegar hace que saque fuerzas de debajo de las piedras. Me aferro al paisaje del valle que me acompaña y a la imponente fuerza del guerrero que sigue mis pasos.



Queda algo menos de 2 kilómetros, ya llevo caminados 26. Llego a un cruce de caminos y como un espejismo en medio del Sahara, se me aparece una fuente de agua fresca en una plaza cuyo nombre es "parque del peregrino ". ¡¡Y es real!! No es ninguna ilusión. Me lanzo de cabeza y no me meto entera porque no quepo. ¡Que bonito eres, camino!


A menos de 1 kilómetro llego a la cabaña del abuelo Peuto, el albergue de hoy. Dicen las buenas lenguas del camino que es el mejor albergue de todo el camino del norte y yo quiero saber porqué. Una suave subida a lo alto de la colina y me encuentro en este maravilloso lugar, en la localidad de Güemes, dónde concluyen los 28 kilómetros de hoy.  ¡¡Abuelo, nos merecemos el cielo!! 
Eso sí, tengo bastante claro que mañana cogeré un autobús a Santander y de ahí volveré a casa. Creo que ya está bien de machacar mi hombro.

Sale a la puerta a recibirme Paco, uno de los hospitaleros voluntarios. Me ofrece agua, comida y un asiento mientras hablamos. En los 3 caminos que he hecho hasta el día de hoy, jamás me habían recibido de esta manera. Me da mi cama y me enseña el maravilloso lugar. 
Podría describirlo cómo la casita de cualquier cuento de niños... en lo alto de una colina,rodeados de un precioso valle, con un jardín que invita a tumbarse durante horas viendo las nubes pasar, decorado por miles de peregrinos que han ido pasando, con una biblioteca, fotografías de viajes y lugares fantásticos del mundo... y con paz,mucha paz y energía muy positiva. 
Estoy deseando ducharme para disfrutar de este paraíso. 



Salgo de la ducha y me cruzo con Paula. Acababan de llegar y venía agotada. Nos abrazamos alegremente  por la dura batalla de hoy.
Lavo algo de ropa a mano y mientras estoy tendiéndola en el jardín, recibo la alegre llamada de mis padres y me siento en el césped a hablar un buen rato con ellos.
Después de esta alegría y, en compañía de otros peregrinos que también disfrutan de la paz de este jardín, me dispongo a realizar unos estiramientos y darle esa alegría a mi cuerpo que ha luchado cómo un campeón. 
De repente recibo la visita del amo del castillo: un perro que apenas tendría unos pocos meses y unas inmensas ganas de jugar. De todos los que estábamos allí decidió quedarse conmigo y ahí estuvimos un buen rato revolcándonos por el cesped. Que rato tan bonito y divertido me hizo pasar.

Pero para mayor sorpresa si cabe en este día, veo que Reneé y Marghe también están aquí. ¡Abrazos de alegría al vernos! Nos habíamos perdido hace unos días y es genial poder volver a verlas y así despedirme.

Cerca de las 19:30 convocan una reunión en "la sala de los caminos", dónde Ernesto, fundador de dicha maravilla, nos va a contar toda la historia de este albergue. 
Éramos entre 30 y 40 peregrinos de todas partes del mundo: España, Italia, Estados unidos, Alemania, Eslovenia, Francia, Japón y más. Fue un encuentro muy bonito y la historia del albergue es asombrosa. No voy a describirla en palabras; vivirla para contarla...
Todo está construido a base del corazón de las personas; por suerte, como bien decía Ernesto, ni un ayuntamiento ni entidad colaboradora ha querido poner un solo euro en esto. Solo gracias a la hospitalidad de cada uno de los que pasan por allí,  a hospitaleros, peregrinos y en especial, a Ernesto y su familia, es posible este albergue tan especial. Y no hablo de dinero...

Seguidamente, los voluntarios nos habían preparado una exquisita cena que compartimos todos juntos. Sopa, patatas a la riojana, postre pan y vino. Creo que es la noche que mejor he cenado en todo lo que llevo caminado.


Atardece sobre el valle pero aun queda algo de luz para volver al jardín un rato y disfrutar de la compañía de Reneé y Paula pasando un rato muy divertido bajo una temperatura ideal y unas leves gotas de lluvia. ¡Que viva este momento! Abrazos y buenas noches...


Quizá cambie de opinión y si camine mañana. Un último esfuerzo no me hará daño ¿no? No voy a pensarlo ahora. Suelo serle fiel únicamente al viento, asi que lo decidiré mañana al despertar...



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